LA EDAD MEDIA EN MULA
Tras la firma del Pacto de Tudmir en el año 713, una guarnición militar árabe se instalaba en lo alto de un cerro testigo (conocido posteriormente como Alcalá) para controlar la ciudad visigoda de Mula. Sin embargo, las luchas entre tribus árabes a comienzos del siglo IX provocó la destrucción de varias ciudades rebeldes, entre ellas Mula. En ese momento, es cuando se desarrolla un pequeño asentamiento existente en torno al actual emplazamiento, que tomará el nombre de la antigua ciudad y que alcanzará a partir del siglo X gran relevancia en el territorio, convirtiéndose en una de las ciudades más importantes de Tudmir y siendo capital de un iqlim (distrito administrativo) que llegaba hasta Caravaca.
A mediados del siglo XIII, el infante Alfonso conquistó Mula para la corona castellana. Su padre, el rey Fernando III le concederá el Fuero de Córdoba, privilegio por el que Mula adquiere mayor autonomía y se convierte en villa de realengo. Diez años después, la villa de Mula verá aumentado su territorio cuando el rey Alfonso X el Sabio le conceda los castillos, villas y términos de Pliego, Bullas y Campos entre 1254 y 1257.
Mula se mantuvo estable hasta el año 1296, cuando Jaime II de Aragón decidió conquistar el Reino de Murcia, hazaña que llevó a cabo a excepción de la villa de Mula que resistió el asedio durante más de cinco años.
Durante el siglo XIV la villa perderá parte del territorio ganado en el siglo anterior, vendiendo sus posesiones para mantener sus murallas y defender su posición en una tierra de frontera.
En 1430 el rey Juan II otorga a Alonso Yañez Fajardo el señorío de Mula como pago a los servicios prestados en la conquista del marquesado de Villena. Este hecho marcará la vida política de la villa durante la Edad Moderna, pues comienzan una serie de enfrentamientos por el señorío entre la nobleza que habían dominado el concejo hasta ese momento y los Fajardo, que concluirán con el levantamiento comunero de 1520 y el posterior inicio del pleito con la casa marquesal de los Vélez, que se prolongó durante más de trescientos años.
MULA BAJO EL DOMINIO MUSULMÁN
Durante los siglos XII y XIII la madina de Mula se desarrolló urbanisticamente convirtiéndose en una plaza fortificada inexpugnable, con una espléndida huerta a sus pies, regada por la Acequia Mayor y por las fuentes naturales que emanaban del cerro del Cabezo, a cuya ladera se levantaba el asentamiento con un doble recinto de murallas y torreones, uno para la defensa de la ciudad y otra para el albacar, una zona más elevada para protegerse en caso de asedio. Por encima de ellos estaba la alcazaba, donde residían los gobernadores, también fortificada y con torreones que sobresalían en lo alto del Cabezo.
MULA EN ÉPOCA BAJOMEDIEVAL CRISTIANA
“Mula es villa de grant fortaleza et bien çercada, et el castiello della es commo alcaçar alto et fuerte et bien torreado.”
Así describe la Primera Crónica General de España la villa de Mula tras la conquista del infante Alfonso en 1244. La población musulmana fue expulsada de la villa, a excepción de un pequeño grupo que con autorización real permaneció en el arrabal, fuera de las murallas de la ciudad. En la alcazaba se estableció una guarnición estable y las viviendas abandonadas por la población musulmana tras su expulsión fueron ocupadas por repobladores. El 8 de agosto de 1245, el rey Fernando III concedía a Mula el Fuero de Córdoba, lo que significaba ser villa de realengo y tener concejo propio. Para que todos los vecinos participaran en el gobierno de la villa, se efectuaban elecciones por colaciones (barrios), que en el caso de Mula eran dos: el de San Miguel y el de Santo Domingo, con una iglesia cada uno, levantadas sobre antiguas mezquitas.



